Abro los ojos en un iceberg
si sueño con labios
que no tuve nunca.
Vivo por costumbre
más que por ganas,
y
muero más por ella
de lo que lo haría otro hombre.
Me dejo la piel a trozos
encima del colchón,
inhalando polvo de nieve,
arañándome la garganta
y
le grito silencios a la oscuridad
mientras me abro el pecho.
Ven.
Sigo esperándote.
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