martes, 17 de junio de 2014

La del temporal.

Cuando volví a entrar allí lo encontré todo desordenado.
Los cristales rotos por el suelo llenos de suciedad. Los posters que antes adornaban las paredes ahora estaban rajados por la mitad, descoloridos, apenas sostenidos por unas chinchetas oxidadas. Los libros descolocados y con páginas arrancadas formaban una estampa terrible. Las cortinas estaban hechas jirones, las sábanas raídas y al colchón lleno de agujeros se le escapaba el relleno. 
Había cartas de amor quemadas.Dibujos a los que nadie había dado color, hechos pedazos. Las paredes anteriormente pintadas por un brillante azul eléctrico ahora habían perdido su electricidad y aparecían numerosos desconchones. El techo se caía, la bombilla de la lámpara estaba rota, el armario apenas se mantenía en pie con las puertas astilladas y los cajones abiertos. El temporal no había dejado nada.

Entré allí y lo encontré todo desordenado. Roto. Abandonado. Sucio. Era la primera vez que miraba dentro de mi tras el paso del huracán que llevaba tu nombre.

martes, 10 de junio de 2014

PGR Granada.

A Paola. Por ser la única que me ha demostrado que realmente merece la pena.




Soñábamos con vivir allí y perdernos por sus calles. Visitar La Alhambra y besarnos en cada una de las 124 columnas del Patio de los Leones mientras los doce leones nos rugían con envidia, porque ellos no se podían tocar.
Quizás por eso alquilamos un viejo ático junto a la plaza de Joe Strummer (el sueño de mi vida) y escuchábamos a The Clash, 091, Supersubmarina... mientras tú pintabas cuadros de atardeceres rojos sobre Sierra Nevada apoyada en la ventana, con toda la cara manchada de pintura (igual que la camiseta que usabas, siempre era mia) y yo escribía canciones que siempre hablaban de ti. Paseábamos toda la noche por el Albaicín y bebíamos litros de cerveza en cualquier banco de cualquier parque. Después, cuando el dia empezaba a nacer, nos tirábamos sobre ese colchón que teníamos por cama. Algunos sábados nos montábamos en el viejo Ford de tercera o cuarta mano que compré para ir hasta el olivar donde se supone que está enterrado Lorca, una vez allí leíamos sus versos hasta que la falta de luz impedía distinguir las letras. Alma, ponte color naranja; alma, ponte color de amor.
No vivíamos con horarios ni agobios. No nos preocupábamos por el dinero, la cartera se llenaba conforme la íbamos vaciando. No nos preocupábamos de la comida, la nevera se llenaba conforme la íbamos vaciando.
Fue la mejor época de nuestra vida. El Paseo de los Tristes nos tenía envidia porque éramos felices, porque cenábamos en lo más alto de la Torre de la Vela y tú le hacías la competencia a la ciudad con unos ojos más bonitos que toda Granada entera.

domingo, 8 de junio de 2014

La radio de la cocina.

Me bebo el Colacao a tragos cortos mientras, de pie, miro los platos sucios a través de unos ojos con legañas. Los grumos me hacen toser mientras, en la radio de la cocina, suenan canciones pop: letras banales pero increíblemente pegadizas de las que invitan a pensar. Porque vale, los 11:44 minutos que dura el Segundo movimiento de La ley innata (Lo de fuera) te hacen replantearte la vida pero los casi 4 minutos de Rosas también te llegan un domingo y eso que yo nunca he sido muy de La oreja de Vang Gogh. Será la resaca.
Resaca... tal vez ella tenga la culpa de que el Colacao me sepa a puta mierda; al igual que el kalimotxo de anoche tendrá la culpa de que me haya pasado media hora sentado en la taza del váter. Ya sabéis. Anoche fue de estas de ponerle cara de otra a la tia que me estaba besando, de caricias por encima de un sujetador y debajo de unas bragas, de follar sin protección o amar sin amor.
Los sábados son así, sales con tus amigos a pasarlo guay pero te descuelgas... acabas con una desconocida en cualquier portal y mientras la miras a los ojos con los pantalones bajados estas pensando en como pasar de su culo cuando acabes. Y lo harás por despecho, por culpa de quien te partió lo de dentro o será por ser un cabrón. Quien lo entienda que me lo explique.
Y es que las canciones pop nunca hablan de eso, ni lo harán. La gente prefiere escuchar historias perfectas en vez de turbulentos encuentros de sábado noche y adiós, muy buenas, ha sido un polvo de la hostia pero estoy enamorado de una que estará enamorado de otro. O vete tú a saber.
Te pueden venir a la cabeza muchas cosas escuchando Kiss FM en la radio de la cocina mientras te bebes un Colacao caliente cualquier domingo con resaca de kalimotxo... Ahora suena Amaral y eso, que yo esta noche sólo muero por mi.*








*NOTA DEL AUTOR: Esta es una historia TOTALMENTE ficticia. Cómo dice la Canción del valor "el mejor poeta se muere por decir una palabra soez", el que escribe las canciones de La oreja de Van Gogh envidia al Robe por poder hacer una canción de amor que se llama Puta y yo les envidio a todos ellos porque escriben mejor que yo. Sabed que a veces me canso de escribir preciosas historias de amor que nunca he vivido y escribo una historia de no-amor que tampoco he vivido. Pero bueno, escribir ficción también es escribir puesto qué detrás de cada mentira hay una realidad (y un par de amigos diciéndote que no escribes cómo hablas).

miércoles, 4 de junio de 2014

Ciudad agonizante. La llamada.

Sonaba London Calling en mis cascos aquella tarde de mayo. Era un día frío al que se le notaban ganas de llover y yo estaba sentado en un banco cualquiera de un parque cualquiera esperando a Luismi, como siempre. La gente paseaba en unos ruidosos coches que ahogaban las llamadas de la ciudad agonizante. Lo escuché en el silencio de la pausa que hay entre una canción y otra. La peña que pasaba por allí no podía escucharlo porque estaba demasiado ocupada preocupándose por sus cosas; pero yo sí, yo percibía aquello. En aquel momento no me preocupaba por nada ni por nadie. Estaba decepcionado con una ciudad que no me dejaba cumplir expectativas de ningún tipo.
Aquel ruido parecía un rugido desde dentro del asfalto, el crujir de todos los edificios, el crorotar coordinado de todas las cigüeñas. El alma de una ciudad que tenía tantas ganas de huir de ella misma como las tenía yo, harto de ver todos los dias las mismas caras. Llevo 22 años aquí y he de decir que vivir en un sitio de 42.000 habitantes en el que reconoces a casi todo el mundo suele resultar demasiado aburrido.
Justo cuando esa llamada empezó a ser más nítida y podía entenderse con claridad, comenzó a llover. La ciudad volvió a quedarse muda y yo corrí a refugiarme bajo un balcón.

No he vuelto a pararme para escuchar a la ciudad, supongo que me interesa más salir de aqui que oir lo que me quiere decir. Igual si un día estáis libres de exámenes, sin agobios, despreocupados de todo y os sentáis a escuchar, podréis oir la llamada de este lugar que se queja porque políticos y mentes medievales se  encargaron de convertir una ciudad "para placer de Dios y los hombres" en una jaula de asfalto y hormigón, en la peor ciudad del mundo.

domingo, 1 de junio de 2014

Gatos negros (otra vez lo mismo)

A veces me estrechabas entre tus brazos mientras decías que me medio querías y, por primera vez en mi vida, me sentía afortunado. De eso ya hace tiempo. Ahora... ahora estoy viendo amanecer sin ti, desde la esquina de mi calle, y a mi fortuna se le siguen cruzando gatos negros.
Y eso tía, que te piraste y yo lo he escrito mil veces y otras mil que me quedan. Se jodieron todos los  pactos no escritos, te fuiste muy lejos. Lejos de los planes que no nos dio tiempo a cumplir. Tan lejos que nos separan calles, barrios, ciudades, montañas, kilómetros de carreteras, siete mares, un par de planetas y unas cuantas galaxias muy lejanas.
¿Sabes? Siempre me gustaron las tias con carácter. Las que te tiran los platos a la cabeza en una discusión, las del tortazo y el beso. Las que son como tú aunque tú no seas como ninguna. Y sabes de sobra lo mucho que te echo de menos, lo sabes desde que escribí que me habías dejado pegando un portazo mientras sonaba 'La vereda de la puerta de atrás'. Si, esa historia que exageré hasta el punto de quedar perfecta, con todo su dolor y su rabia, con todo mi dolor y mi rabia.
Pero cada vez escribo peor y cuando escribo algo bueno presiento que estoy desperdiciando el poco talento que tengo en algo que no me acerca a nada, que no me acerca a ti. Cuando cada letra que escribo es un paso más lejos de todos los lugares a los que quiero llegar. Así es esto, así es este desastre.
Y ahora que lees estas líneas, que vuelvo a escribir por ti, deberías saber que te esperaré siempre porque fuiste demasiado para mí. Porque estabas entre mis brazos mientras yo te miraba y me preguntaba qué coño hacía una chica como tú con un tío como este; y ahora todo este desastre de tío, todo lo bueno que puede haber dentro de mi, te necesita por haber sido todo lo bueno que en su dia tuve (aunque no te lo creas, aunque no sepas por qué, aunque aún sigas sin creertelo).