miércoles, 19 de noviembre de 2014

Hija de puta.

Ya tienes lo que querías:
alguien que te escriba y te haga eterna.
Llegarán las arrugas a tu cara,
seguirás siendo joven entre mis páginas.
Cuando tu cuerpo sea solo un jardín de huesos
quedarán folios y folios de color amarillento
recordando que fuiste musa y excusa de algún poeta
-aunque yo no lo sea-.
Pasarán los años y los domingos de otoño
mientras la madera de nuestro banco se pudre
a la vez que lo hace mi corazón.
Tú tienes lo que soñabas, eres inmortal en letras
yo quería quererte pero no me has dejado.

Y ahora lees esto,
ya tienes lo que querías
y yo no tengo nada.



Estarás contenta eh, hija de puta.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Guerra fría.

Hablábamos de fuego sin saber que nuestros corazones se estaban incendiando y que nadie podría apagarlos jamás, desatábamos huracanes inflamables con la boca
y soñábamos por encima del nivel del mar.
Hablábamos, soñábamos, desatábamos...
Todo en pasado. El pasado de un presente que vivíamos juntos y tenía que dar paso a un futuro mejor, no a este mundo post-apocalíptico donde mi interior estalló como Chernobyl convirtiendo nuestros sueños en Prypiat. Hace mucho que no te veo, hace mucho que mis ojeras no se reflejan en tus ojos de diamante pero sé que estarás ahí fuera, desafiando a la ciudad y a la noche tu sola como siempre hiciste. Como siempre quise hacer contigo.
Tu rebeldía y tu inconformismo caminaban de la mano junto a mi prudencia, el temor a que la impetuosidad nos llevara a dar el golpe de estado en otras camas y nos quedáramos a las puertas del infierno que no incineró nuestros huesos. Ahora tu corazón es el muro de Berlin y el mío, el bloqueo contra Cuba, resisitiendo al imperialismo que encarceló al amor en Guantánamo.
Hablábamos de fuego hasta que llegó el invierno con esta Guerra Fría y nos olvidamos de arder, nos olvidamos de soñar, nos olvidamos de ser dos.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Viviendo de ojalás.

Ojalá un pico de heroína circulando por todas las venas, arterias y capilares de mi cuerpo.
O una raya de speed para pasar las noches en vela.
O un tiro de coca que alivie todo este dolor.
O unas caladas a un porro que me evadan del mundo.
O metadona para superar el síndrome de abstinencia que me has dejado.

Ojalá una reyerta donde vuelen las sillas y las botellas para que, ciego de adrenalina, le pegue un navajazo en los riñones al primer imbécil que se ponga por delante.
O una pelea para partirle la cara al tio al que escribes.

Ojalá una borrachera para olvidarte y amanecer con resaca (pero sin ti) en cualquier portal de tu calle.

Ojalá un polvo de una noche con una desconocida para ponerle tu cara, aunque sus labios no sean los tuyos.

Ojalá tu saliva circulando por todas las venas, arterias y capilares de mi cuerpo.
Ojalá pasar las noches en vela con tus besos.
Ojalá tus caricias aliviando todo este dolor.
Ojalá tu compañía para evadirme del mundo.
Ojalá vuelvas y se acabe de una puta vez este mono.
Ojalá me claves las uñas en los riñones, ciega de adrenalina.
Ojalá sea yo a quien escribas.
Ojalá despertarme en tu cama, sin resaca y a tu lado.
Ojalá me folles todos los días como si fuera la segunda vez.

Porque quién necesita
drogas,
peleas,
alcohol
o sexo ocasional
teniéndote a ti;
que transmites
todas sus sensaciones
a la vez.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Poesía.

¿Qué es poesía? Poesía no es ella mientras clava en mi pupila su pupila azul porque su pupila es marrón.
Realmente no sé lo que es la poesía, nunca busqué la definición en diccionarios ni le pregunté a mis profesores de literatura por su significado; siempre preferí descubrirlo por mi cuenta.
Leí a Becquer, Quevedo, Espronceda, Machado, Miguel Hernández... esos son poetas, los mejores dicen, pero hasta que no la conocí no supe lo que era realmente la poesía.

Poesía son sus besos y la constelación que forman sus pecas.
Poesía es el ordenado desorden de su pelo y el rock suave de su risa.
Poesía son sus eses, sus sonrisas espontáneas, sus abrazos ejerciendo presión sobre mis costillas como si quisiera desenjaularme el corazón.
Poesía no es lo que escribo, poesía es lo que ella me hace escribirle.

Por eso, sus pupilas no preguntan qué es poesía al clavarse en mis pupilas; directamente dicen "bésame, yo soy poesía."