miércoles, 29 de octubre de 2014

Los ochenta.

Cada dia que pasa
te veo más guapa
y más lejos.
No son sólo kilómetros.
Sesenta.
Setenta.
Ochenta.
El tren llega
y no estás tras la puerta.
No sólo son kilómetros,
son cien inviernos
que tu corazón rodean.
Cien.
Noventa.
Ochenta.
El tren azul llega
y quiero pensar que estás,
tras la puerta.

domingo, 26 de octubre de 2014

Alas mojadas.

Me mojaste las alas con tus lágrimas de océano y ya no puedo ir a buscar la revolución en otros desiertos.
Vivo en la sublimación eterna de mi corazón de hielo, que se adentra directamente en tus pulmones. Entre nicotina, tetrahidrocannabinol y veranos espontáneos.

Ya no sé volar
ni vivir
no tengo nada que lata
al ritmo de tus pasos inestables.
Se me olvidan los carpe diem
y las palabras que dices.
Sobretodo las que dices
cuando no estás diciendo nada.

Estoy atado a ti como el reo atado al lazo de la horca - no el lazo que adorna tu pelo, tu pelo que alimenta mis sueños.- Dile al verdugo que acabe ya con esto o sé tu mi verdugo de cabello negro. O sé tú mi amante incandescente, mi amante que no me ama y que por eso, me mata sin ganas.

Si este es mi último dia
solo pido
de rodillas, si hace falta,
besarte una vez más
aunque no me quieras
y sea por eso que me matas
sin ganas.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Texto incompleto

Huele a tierra mojada y la tarde está mas triste que nunca aunque haya muerto un banquero. Espero que no sea el último porque estoy intentando ver en este mundo un lugar justo pero tu no me besas y todo me parece menos amable, menos humano. Más raro.
Que llueva. Que llueva mucho, que se limpie el polvo de los coches y, ya que estamos, el corazón de la gente. Que llegue el frío gélido y traiga unos brazos cálidos que me agarren fuerte cuando la calle esté vacía y mi estado de ánimo a bajo cero, unos brazos que se queden a mi lado en las alergias de primavera y el calor del verano.

domingo, 19 de octubre de 2014

Mi desastre favorito.

Fuiste mi catástrofe frustrada, el volcán apagado que nunca hizo estallar mis venas. Eras el riesgo constante, las señales inequívocas que preceden un desastre. Mi desastre favorito. Desapareciste con una maleta, un billete de avión y la promesa de un puñado de besos en una noche de San Juan pero en el viaje de ida olvidaste los besos, las promesas y en el de vuelta te olvidaste de mi cómo yo me olvidé de ti. Los dos nos olvidamos.
Hoy te estoy volviendo a recordar después de emborracharme entre tus ojos, drogarme con el roce de tu cuerpo y soñar con leer en braille cada una de tus páginas. Palabra por palabra, lunar por lunar, beso por beso. Quiero que vuelvas, que no vuelvas a caminar sola, que aquellos meses vuelvan a ser nuestros aunque el invierno esté llamando a la puerta.

Quiero sentir tu rabia, besarte el alma, leerte en braille y hacerte soñar despierta.
Quiero que vuelvas, que la lluvia haga que sea Londres en Plasencia, masturbarte los cinco sentidos y secar tus lágrimas (aunque no las tengas)

miércoles, 15 de octubre de 2014

Canción para cuando la guerra empiece

Mañana,
cuando la guerra empiece
tu serás mi trinchera,
bunker y baluarte.

Las banderas ondearán
al movimiento de tu pelo
y mis enemigos
se rendirán ante tu belleza.

No habrá beligerantes,
himnos nacionales,
comandantes, rangos
y tampoco ofensivas tácticas.

Abandonaré las armas,
no tendré más ideología
que la del amor kamikaze
por un cuerpo de mujer.

Mañana,
cuando la guerra empiece
ellos me fusilarán al alba
pero yo sólo moriré por ti.

domingo, 12 de octubre de 2014

Otra noche sin dormir.

A lo mejor es insomnio o a lo mejor son las tres horas de siesta que me he pegado después de comer. No tengo ni puta idea. El caso es que son las 7:27 de la mañana y estoy apoyado en la ventana viendo al sol salir por el valle.
Los primeros rayos inundan los tejados y, a mí, el romanticismo de los amaneceres me da las mismas ganas de dormir como los atardeceres de follar asi que probablemente, cuando acabe esto, cerraré el cuaderno y me iré a dormir. A dormir en una cama vacía una vez más. Donde no está tu cuerpo tapado por una fina sábana blanca como si esto fuera la escena de alguna de tus películas de amor favoritas. Pero aquí estoy yo, más parecido a Christian Bale en 'El Maquinista' que a Richard Gere o Mario Casas.
Veo a un búho en el tejado de enfrente y me mira, somos parecidos: él vive de noche y duerme de día, yo escribo de noche y sueño de día. Sueño contigo, con volar, con quemar la página y saltar por esta ventana para acabar dándome de bruces con tu almohada, pero el búho ya se ha ido y tu cama no existe porque tú tampoco existes, solo en los sueños que tendría si estuviera dormido.
Se acaba la página y empieza otro dia, otro día igual. Podría ir al baño para masturbarme pensando en que esta noche tampoco he hecho el amor como siempre soñé, con un te quiero al final. Podría encender la tele, con suerte emitirán 'Dragon Ball'. Podría salir a la calle a buscarte por las esquinas, esperando que estes camino del instituto o la universidad y nos choquemos por accidente para mirarnos a los ojos y enamorarnos el uno del otro (aunque sé que nadie se enamorará jamás de estas ojeras).
Me tumbo en la cama, son las nueve de la mañana. En casa mi padre ya se habrá ido a trabajar y yo mientras escribo cartas sin dirección a una mujer que no he conocido y cuyos ojos llevo imaginándome veintidós años. La próxima noche espero dormir contigo.
Espero dormir bien.
Espero dormir.
Espero.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Ajuste de cuentas.

Mi amor es un ajuste de cuentas
o un rumor infundado.
Otra noche sin ti.
Borradores de besos.
Días de autodestrucción.
Versos en algún portal.
Peces muertos a orillas de mis lágrimas.
¿Y tú donde estás, sirena?
Te espero en el templo de los fracasos.
Pasa y deja abierta la puerta
para cuando te vayas.

Todas se van.

domingo, 5 de octubre de 2014

Cansado.

Sus muertos. A la mierda con tó. Me he cansado de esperarla para que no llegue.
Me he cansado de perder el tiempo en estaciones de tren en las que no baja nunca. Me he cansado de esperarla bajo la lluvia, frente a su portal, con un ramo de rosas en una mano y veinte pavos de yerba en el bolsillo.
Un mal día me dijo:

- Espérame. Déjame un par de plenilunios en la mesilla de noche y un beso de buenos dias en la mejilla. Voy a quitarme la coraza y el maquillaje. No tardaré mucho.

Pero nada. Mentía. Ella mentía y yo me lo creía todo. Hacíamos buena pareja.
La esperé durante trescientas sesenta y cinco tormentas seguidas, con la mirada fija a la calle por donde vi su culo por última vez. Nunca aparecía. Su móvil daba señal pero al otro lado nunca contestaba aquella mujer de pelo color carbón y voz dulce a la que el destino puso debajo de mi árbol de Navidad un seis de junio. No decía "te quiero" con esa cara de ardilla tímida ni respondía a mis palomas mensajeras. Aquella no era la misma, a lo mejor apunté mal el número.
Siempre me canso de aguardar y vuelvo a la cama dispuesto a cambiar de costumbres. Quiero dejar de comprar flores, de esperar en estaciones fantasma, quiero dejar de volver a la calle por donde se fue. Pero no puedo, yo siempre vuelvo y ella no. Hacíamos buena pareja.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Polvo de nieve.

Abro los ojos en un iceberg
si sueño con labios
que no tuve nunca.

Vivo por costumbre
más que por ganas,
y
muero más por ella
de lo que lo haría otro hombre.

Me dejo la piel a trozos
encima del colchón,
inhalando polvo de nieve,
arañándome la garganta
y
le grito silencios a la oscuridad
mientras me abro el pecho.

Ven.

Sigo esperándote.