domingo, 5 de octubre de 2014

Cansado.

Sus muertos. A la mierda con tó. Me he cansado de esperarla para que no llegue.
Me he cansado de perder el tiempo en estaciones de tren en las que no baja nunca. Me he cansado de esperarla bajo la lluvia, frente a su portal, con un ramo de rosas en una mano y veinte pavos de yerba en el bolsillo.
Un mal día me dijo:

- Espérame. Déjame un par de plenilunios en la mesilla de noche y un beso de buenos dias en la mejilla. Voy a quitarme la coraza y el maquillaje. No tardaré mucho.

Pero nada. Mentía. Ella mentía y yo me lo creía todo. Hacíamos buena pareja.
La esperé durante trescientas sesenta y cinco tormentas seguidas, con la mirada fija a la calle por donde vi su culo por última vez. Nunca aparecía. Su móvil daba señal pero al otro lado nunca contestaba aquella mujer de pelo color carbón y voz dulce a la que el destino puso debajo de mi árbol de Navidad un seis de junio. No decía "te quiero" con esa cara de ardilla tímida ni respondía a mis palomas mensajeras. Aquella no era la misma, a lo mejor apunté mal el número.
Siempre me canso de aguardar y vuelvo a la cama dispuesto a cambiar de costumbres. Quiero dejar de comprar flores, de esperar en estaciones fantasma, quiero dejar de volver a la calle por donde se fue. Pero no puedo, yo siempre vuelvo y ella no. Hacíamos buena pareja.

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