lunes, 25 de mayo de 2015

Rascacielos.

Dices que no me quieres
pero ahí, entre beso y sonrisa,
sé que estas mintiendo.
Te aprietas fuerte contra mi
clavando en mi pecho esos ojos negros
y el reloj gira a la velocidad del vértigo
que produce asomarse a tu escote.
Eres desastre irreparable,
eres melena anarquista,
piernas de rascacielos, 
eres la balada que suena
cuando mi corazón-bomba explota.
Te abres de piernas
cuando se cierran las puertas del cielo
¿Pero sabes qué? 
Que me la suda.
¿Quien coño necesita un cielo
si ahora tú eres lo único que veo 
cuando miro hacia arriba?

lunes, 18 de mayo de 2015

Por gilipollas.

El viernes por la noche estaba algo aburrido en la calle de Los Vinos cuando le vi aparecer.
Destacaba entre los demás porque era más alto y no sé, me hizo ilusión verlo. En ese momento se agolparon en mi cabeza un montón de recuerdos deseando salir y ser puestos en común. La típica conversación de dos amigos que se reencuentran después de mucho tiempo: "Hostia tio, ¿y te acuerdas de cuando...?"
Había sido mi mejor amigo desde segundo de primaria hasta esos primeros años de instituto donde se toman caminos diferentes y se hacen nuevos amigos que te hacen definirte como persona. Unos se hacen canis, otros rockeros, a otros les tira el rap y alguno se define como un completo gilipollas. Y este fue de esos.
Hubo un tiempo en el que tuvimos grandes discusiones de estas que cuando tienes trece años -y te crees el puto amo- acabas dándote hostias hasta con tu mejor amigo por creer tener la razón. Pero bueno, aquello fueron tonterías que se quedaron perdidas y poco a poco volvimos a saludarnos por la calle, intercambiando cada vez mas palabras. Supongo que empujados por el recuerdo de haber compartido el uno con el otro casi todas esas primeras veces que no se comparten con una chica: el primer cigarro, el primer kalimotxo, la primera pintada con spray, los primeros castigos por llegar tarde a casa, la primera vez que robas en la tienda de golosinas del barrio...
Y en esas estaba yo cuando, de vuelta a la calle de Los Vinos,
recordando el sabor de aquella bolsa de Gublins que había salido gratis y deseoso de recordar a mi ex-mejor amigo todas nuestras "hazañas" infantiles él se acerca a mi. Yo, casi emocionado, le doy un abrazo mientras le digo:
- Joder tío, cuánto tiempo, ¿qué tal estas?
Entonces el puto tonto, porque nunca tuvo otro nombre, se suelta del abrazo y me responde:
- Eh tío, pues bien ¿y tú?, bueno, voy pa allá.
Y sin darme tiempo a responder, se fue 5 metros mas allá a hablar con vete tú a saber quién. Os podéis imaginar cómo me quedé yo.
Anonadado. Flipando. Recordando que en aquella pelea que tuvimos en 2004 tendría que haberle pegado el puñetazo en la cara mucho más
fuerte. Por gilipollas.



Y no he escrito esto para contaros la historia, ni siquiera para ponerme nostálgico (y mira que a mi me encanta ponerme nostálgico). He escrito esto única y exclusivamente para quejarme.
Quejarme de que hay gente que tiene la puta cara y la muy poca decencia de cruzarse con alguien con quien ha compartido una parte de su vida y no ser capaz ni siquiera de preguntar "¿Qué tal te va?" o "¿Cómo te trata la vida?" y quedarse para escuchar la respuesta.
De desagradecidos está el mundo lleno y menos mal que ahora tenemos sentido común para no convertir al mayor imbécil del mundo en ese amigo que algún dia nos pegará la puñalada por la espalda. O peor, que nos negará una conversación y un abrazo después de llevar años sin vernos

domingo, 10 de mayo de 2015

Ese día.

¿Qué haremos ese día?
¿Qué coño será de nosotros
el dia que no recordemos como mear?
Cuando se nos olviden
nuestros nombres,
la cara de nuestros padres
y todos los veranos
que siempre dijimos
que serían inolvidables.

Nuestra vida se llenará
de canas,
arrugas,
mil achaques,
algún nieto...
pero se irán los recuerdos,
la juventud,
la capacidad de razonar,
la vista...
hasta las ganas de follar
(y eso que nunca
nos faltan ganas de follar)

Olvidaremos que
cuando éramos niños
queríamos ser mayores
y
cuando eramos mayores
queríamos ser niños
Cuando seamos viejos...
quien sabe.

No recordaré todos esos versos
que nunca me he aprendido
y escribí
pensando en mujeres
cuyos nombres
desaparecieron de mi cabeza
hace muchos meses.

Cuando seamos viejos
okuparemos bancos
de parques en los que jugábamos de niños
y metíamos mano de jóvenes
sin recordarlo.
Espero que ese día
recuerde todo aquello que aprendí
y que no me sirvió
para nada
porque eso será,
-junto a las fotos,
los libros
y las cicatrices-
lo último que me quede
de todo lo que fui
o lo que quise ser
alguna vez.

domingo, 3 de mayo de 2015

Mi sucio corazón.

Se levantó de la cama
despeinada,
fue de estas veces
que ves a una mujer bonita
recién levantada
y piensas
"yo quiero ver esto a mi lado
el resto de mis dias"
Entonces
abrió las piernas
y
apoyando su culo 
en mi ombligo,
agachó la cabeza 
para vomitar
tres mil millones de besos
sobre mi sucio corazón.